sábado, 21 de marzo de 2020

Crisis COVID-19

Tiempo para conectar...

Ninguna sociedad está preparada psicológicamente para afrontar desastres y desgastes como el actual...básicamente porque nos gusta acomodarnos. Al ser humano "todo le toma tiempo", tiempo del que no disponemos precisamente en un momento de histeria colectiva...No existe tiempo material para apresurar el proceso normal de una crisis.

Al ser humano lo inestabiliza TODO; el cambio, lo desconocido, lo incierto, lo nuevo, lo viejo....Estamos con miedo continuamente y al mismo tiempo negamos sentirlo. Vivimos la vida intentando no vivirla, anhelando desesperadamente disfrutar de las cosas y al mismo tiempo evitando darnos cuenta de lo que significa realmente "disfrutar".

Nos atiborramos de planes, de cosas materiales, de metas, actividades y lo que logramos es tropezarnos con una vida repleta de excesos en ansiedades y vacíos, en un ir y venir excesivo que lo único que nos aporta es una gran sensación de falta....principalemnte de aire, de propósito... Este exceso desmedido nos conduce también al exceso en su opuesto: LA CARENCIA.

Así transitamos las calles repletos de ansiedades en sus distintas variaciones...así nos convertimos en una sociedad con personas afectadas en su personalidad...en su esencia...con el sufrimiento que implica sentirnos "seres sin sentido".

Y de vez en cuando, de forma cíclica, entramos en caos (el mundo, el país, la ciudad, la familia, la pareja, la persona) y todo cambia de rumbo y ya no hay más excusas: ahora nos toca parar, mirarnos al espejo, toparnos frente al otro...un "otro" desconocido, básicamente por no querer verlo a diario, por el constante huir...Y a pesar del sufrimiento real que existe en nuestras calles y casas, es definitivamente un tiempo de gran provecho...Un tiempo ideal para sanar heridas propias, heridas interpersonales, heridas incluso sociales y en definitiva: HUMANAS.

Es un tiempo para reconectar con "eso" que siempre me ha dado miedo y de lo cual huyo constantemente: "conmigo mismo"...porque ahora no tengo para donde huir...ahora no tengo permiso para escaparme ni evadirme de lo que siento y entonces eso tan desagradable de "hacerme cargo de mí" toma sentido y se convierte en una obligación.

Es un tiempo de compartir con el que tengo al lado; con mi pareja, con mis hijos, con mis hermanos, mis padres...unos completos desconocidos en los cuales proyecto "todas mis inseguridades y frustraciones"...esos que pagan el precio de mis propias insatisfacciones...aquellos de los cuales tanto necesito pero que no soy capaz de reconocer. A esos a los que tengo tanto que agradecer, perdonar, pedir perdón, ...aprender a amar... pero que no me he dado el permiso porque el egoísmo y la soledad son los que han protagonizado mi vida (aunque las solicitudes de amistad y los seguidores sean una medalla a colgar).

Vivimos solos en medio de tanta hipocrecía social, tanta apariencia que nos ha transformado en un mundo roto que hoy grita porque está enfermo y que necesita de este tiempo para poder sanar.
 
Qué bueno que es el caos, qué bien nos hace tener que abrir los ojos y MIRAR...ser conscientes, frenar...no tener más opciones sino VOLVER: a sentir, a actuar, a interactuar, a VIVIR pero con un sentido real desde el verdadero SER, desde la compasión, la solidaridad, el respeto, EL AMOR.

La vida nos da y nos quita sin pedirnos permiso, básicamente porque no es nuestra, es prestada...el aceptarlo disminuye el sufrimiento y aumenta la sensación de pertenencia. Conecta y contacta....aprovecha esta oportunidad.



lunes, 16 de abril de 2018

EL PODER DE CONOCERME BIEN...

Para mi, el conocimiento personal representa la herramientas más poderosas de transformación personal!

Nacemos con las energías necesarias para conseguir lo que queremos, pero al ir creciendo vamos creando una profunda desconexión con nosotros mismos, hasta que llega un día en el que nos supera la ansiedad, no podemos más con la vida, no sabemos lo que sentimos, lo que pensamos, lo que queremos hacer...NO SABEMOS QUIÉNES SOMOS.

Y esto nos produce mucho miedo...

El peligro está en que a partir de ese desconocimiento podemos llevar a cabo muchas acciones que nos traerán consecuencias negativas y en definitiva, una mayor confusión: Intentar complacer a otros,  centrarme en el hacer y hacerme destacar, aceptar y aceptar sin poner límites, intentar inútilmente ser perfecto...convertirme en víctima ... asumir retos que me conduzcan al borde de la supervivencia... vivir con miedo e inseguridades...En fin, buscar fuera la valoración, el reconocimiento, la aprobación o la aceptación ... que sólo satisface cuando viene de adentro.

Uno de los mayores temores del ser humanos es perder el control de sí mismo...y este caos se traduce en sensaciones de vacío, inseguridad, ansiedad, miedo a las propias reacciones, desconocimiento, anticipación catastrófica de lo que puede pasar...es decir, en una percepción generalizada de confusión.

Si en vez de centrar la atención en lo que espero recibir de los demás (cómo solíamos hacer de niños) nos adentramos en el poderoso mundo interior y trabajamos para descubrir quién soy, cómo soy, qué me gusta, qué me desagrada, qué cualidades tengo, qué comportamientos me traen sufrimientos o me mantienen estancado, cómo reacciono ante tal o cual situación, qué pasa en mi cuerpo cuando siento tristeza, alegría, rabia... Iré descubriendo poco a poco cómo soy, cuáles son mis necesidades y mis capacidades para abastecer estas prioridades en mi vida. Iré entendiendo qué es esto de la ACEPTACIÓN,  para luego gozar de sus beneficios.

Es un trabajo que hay que disfrutar, por lo que no se llega ahí con prisas ... se trata de volver al origen y de ahí reconstruirme con consciencia de lo que quiero ser, según mi proyecto de vida. Es decir, no es una respuesta infantil ante la supervivencia del entorno, NO! Es un caminar consciente y responsable porque ahora soy yo quien se encarga de mi vida. Entonces es cuando descubro la paciencia y la tolerancia ante mis propias caídas y aprendo a saborear la dulce sensación de la satisfacción por un esfuerzo conseguido.

La principal consecuencia de saber quién soy es MI SEGURIDAD PERSONAL... mi vida ya no será un terreno peligroso y desconcertante, será un recorrido sólido de experiencias a partir de las cuales he ganado y continuo ganando seguridad; y cada vivencia desde esta óptica me aporta un panorama tremendo de posibilidades a partir de las cuales yo, tendré el PODER de ELEGIR en coherencia con lo que pienso, siento y quiero hacer!

Y de ese modo, mientras yo vivo; SOY y al experimentar mi ser me será más fácil entenderme, reconocerme, perdonarme... y me será más fácil también dejar de pretender ser otra cosa que no soy, para comenzar a disfrutar SIENDO QUIEN SOY!



lunes, 9 de febrero de 2015

¿Cómo escoger a un PSICÓLOGO...?



Con frecuencia surgen dudas acerca de cuáles deberían ser las características de un buen psicólogo, cuáles las garantías de que sea un buen profesional, de no perder el tiempo, el dinero... en fin. Todas y cada una de estas conjeturas forman parte del proceso de descubrimiento que cada uno decide emprender cuando surge la necesidad de acudir a un profesional en busca de alguna orientación.

Sigue siendo parte de la vida el aprender a manejar un amplio margen de error y darnos permiso para la equivocación, sin embargo, también es parte de nuestra naturaleza humana el querer conseguir las cosas sin ningún tipo de esfuerzo, inmediatamente y que se adapten a nuestros gustos y necesidades...

Si estás interesado en encontrar ayuda profesional, la primera pregunta que tendrías que plantearte es: ¿Qué representa para mí la figura de un psicólogo? ¿Cuál es su finalidad? ¿QUÉ ESPERO DE ÉL/ELLA? porque antes de iniciar un cambio, lo más idóneo sería detenernos a pensar qué estamos buscando.

Las creencias que tenemos acerca de las cosas y de la vida, determinan el entendimiento que le demos a las vivencias que vamos experimentando, por esto es indispensable partir desde el principio y tener muy claro PARA QUÉ busco a un psicólogo y HACIA DÓNDE QUIERO IR.

Luego sí que estaría bien desmitificar la figura de este profesional, aclarando entre otras muchas:

1. Que no es posible que sea un amigo; es un profesional que precisamente por no compartir ningún nexo emocional contigo podrá percibir objetivamente tu realidad y mostrártela para que seas tú quien decida qué hacer con ella. Los amigos al igual que los familiares, por el amor que comparten intentarán evitar que sufras y el sufrimiento, al igual que el error, es parte de la vida y muchas veces representa la opción más clara para abrir los ojos y darnos cuenta de lo que tenemos que hacer para cambiar.

2. No es un consejero; los consejos aunque se digan con las mejores intenciones, tienen un mensaje de fondo: "como no sabes qué hacer, yo te ayudaré" y esto genera dependencia, es decir, no te enseña a encontrar tus recursos para buscar la solución, sino que pretende ahorrarte una parte del camino de aprendizaje, sin contar con que los consejos son fruto de la experiencia de cada quién y por tanto no dejan de estar bañados de la subjetividad que caracteriza las creencias de cada uno, y lo que está bien para mi, quizás no sea lo correcto para ti.

3. No tiene la responsabilidad de resolverte la vida, es decir, si alguien tiene que hacer algo con tu vida, ese sólo puedes ser tú. El psicólogo, al igual que cualquier otra persona, únicamente podrá cambiarse a sí mismo, sin embargo, su pericia le hace conocedor de muchas herramientas que pondrá a tu disposición para que puedas ir descubriéndote y encontrándote a ti mismo; integrando todo aquello que hasta ahora rechazabas para darte cuenta de qué decisiones tomar para restablecer el equilibrio en tu vida, siendo COHERENTE: con lo que piensas, sientes y con tu forma de actuar.

4. No está facultado para medicar; las personas con alguna enfermedad mental y que requieren de alguna medicación son primeramente competencia de los psiquiatras y deberán ser atendidos, diagnosticados y medicados por éstos. El target de acción de los profesionales de la psicología son personas con alguna necesidad puntual a nivel emocional, familiar, laboral, que represente algún desarreglo a nivel adaptativo en el pasado, presente o percepción de futuro.

En momentos claves de nuestra vida podemos llegar a sentir que todo aquello que creíamos que éramos ha desaparecido, que estamos perdidos, confusos, hundidos, bloqueados, divididos, sin recursos, con miedos, solos o simplemente que queremos resolver un asunto concreto con alguna característica de nuestra personalidad o con algún miembro de nuestro entorno...en fin, éstos pueden ser sólo algunas de las circunstancias en donde la figura del profesional de la psicología puede orientarnos y conducirnos a retomar las riendas de nuestra vida y continuar en PAZ.

Sí que es cierto que cada profesional del área tiene su margen de acción, conoce una serie de técnicas según su postura teórica y práctica y, como todas las técnicas no se aplican de igual forma a todo el mundo, tú tendrás que ir descubriendo cuál de ellas es la que más funciona o se adapta a tu estilo de vida, es parte del proceso de crecimiento que decides emprender...y sólo tú podrás saberlo mientras lo intentas.

Pero independientemente de todo esto, el psicólogo es UN SER HUMANO que siente, que ha vivido, que ha padecido y que una de sus grandes cualidades ha de ser la empatía que desarrolla a lo largo de su vida y su carrera y que le permitirá llegar a tu corazón primero que a tu mente, ofreciéndote la confianza necesaria para que puedas sentirte seguro, acogido, respetado, aceptado, incluso amado y entonces todas estas dudas se disiparán de tu mente y podrás sentirte que has tomado la decisión correcta...pero eso simplemente, SE SIENTE!

Ahora bien, pese a las expectativas que puedas tener acerca del psicólogo, lo más importante de todo es que no debes perder de vista que existen 3 condiciones indispensables para que puedas comenzar a percibir cambios en tu vida y que no dependerán de las características del profesional, éstas tendrán que ver únicamente con que tu y solo tu;

  • QUIERAS INICIAR UN CAMBIO: Sientas la necesidad de querer modificar- mejorar cosas en tu vida.
  •  CREAS QUE PUEDAS LEVAR EL CAMBIO A CABO: Que estés convencido de que aunque quizás cueste un poco, podrás conseguirlo.
  •  Y TE DES EL TIEMPO NECESARIO PARA CONSEGUIRLO: Concediéndote el permiso para ir al ritmo que necesitas y para que todo esto sea posible.




jueves, 10 de abril de 2014

El agridulce sabor del destierro…

Quizás seas alguna de esas personas que, por circunstancias de la vida, has tenido que abandonar tu lugar de origen, ese lugar que te recibió desde tus comienzos, que no te exigió una serie de requisitos para darte la bienvenida, que no te puso a prueba para ver si encajabas, sino que desde el primer momento, con los brazos abiertos, te dio las gracias porque sabía que formarías parte de él.

Si es así, reconocerás que el “allá y entonces”, donde todo era conocido, compartido, criticado pero al mismo tiempo amado, de la noche a la mañana se convierte en el único referente social para enfrentar una crisis “temporal” (en el mejor de los casos) de nuestra identidad. El sentido de identidad sufre una transformación que implica desprenderse de lo “indesprendible” (aquello que le da sentido a la vida) y reaprender nuevas costumbres, nuevas estructuras, nuevos valores (…)

Lo que queda detrás se transforma, a modo de mecanismo defensivo, en fantasía. Se aminora lo negativo y se exalta lo agradable y reconfortante, aumentando así el anclaje afectivo a través de lo que va quedando de un recuerdo melancólico. Al mismo tiempo, el presente se vive (al comienzo) como una negación transitoria, desde una percepción de inadecuación, en ocasiones muy traumática, proyectándose continuamente a un futuro más que nunca incierto y amenazador.

Si a esto le acompaña el hecho de que la migración surge como producto de una imposición o necesidad de supervivencia, la crisis de identidad se complejiza debido a que ese único referente social conocido, también es cuestionado, provocando un dolor muy intenso, además de confusión e incluso sentimientos de minusvalía durante el proceso de adaptación.

Y así, como cuando se extrae una planta de raíz y se siembra en otra maceta, te ves en la necesidad de adaptarte a otro sustrato, conocer sus alimañas, comenzar lentamente a echar de nuevo raíces, hacer que las antiguas se adapten a las nuevas condiciones ambientales y poco a poco, volver a florecer en ese otro lugar; distinto, ajeno…

No deja de ser un duelo que pide a gritos una nueva estructura, pero este proceso de reconstrucción no parte de la nada, debe iniciarse desde una continuidad “voluntaria” y debe ser entendido y vivido como un enriquecimiento de la propia identidad. Es decir, reconstruirnos desde una perspectiva de ganancia y no desde la percepción de pérdida.

Esto implicaría comenzar a edificar tu presente abierto a nuevas y enriquecedoras vivencias que te harán descubrir nuevas facetas personales, nuevos recursos, nuevos puntos de vistas, distintos ritmos de vida que se irán convirtiendo progresivamente en tu aquí y ahora.

El desarraigo incluye muchos pormenores, causas y consecuencias diversas; es vivido cuando la persona es despojada de su círculo afectivo y esto puede darse en procesos parciales o totales y como producto de situaciones muy complejas. Desde el punto de vista de este artículo, nos impacta de muchas maneras, nos marca la vida dejando una huella indeleble porque nos hace conscientes de una gran carencia que nos impulsa a una búsqueda insaciable del estado “ideal”; con lo cual podemos incurrir, desde la insatisfacción del presente, en una eterna búsqueda del origen.

Sin embargo, cuando por fin nos damos cuenta de que somos el principio y el final de nuestra historia, que nada ni nadie podrá arrebatarnos eso que desde el inicio SOMOS, también entendemos que esta visión no es ni será nunca limitada, sino que se enriquece cuando aceptamos lo que ocurre y nos damos la oportunidad de fluir con el proceso.

 En la medida en que amemos con respeto y sin rechazo nuestra historia, será más gratificante encontrarle un sentido a nuestro presente, resultará más fácil la adaptación a una nueva tierra que nos aportará nuevas experiencias, dándole una continuidad a nuestra biografía y a la cual podremos también aportar y recrear con nuestras riquezas.


Y así como ocurre con las plantas, algunos se toman más tiempo que otros para florecer e incluso, otros no sobreviven al proceso…Afortunadamente nosotros sí que podemos “darnos cuenta” de esta agonía y podemos decidir comenzar a darle otra perspectiva a nuestra realidad. No siempre se escoge el suelo, pero siempre podemos elegir cómo vivir cualquier proceso de cambio de modo que se convierta en un florecido proceso de crecimiento personal.

www.saludyvidaaquiyahora.com

jueves, 20 de febrero de 2014

El miedo al fracaso nos conduce a sentirnos fracasados.


Mucho se habla de la zona de confort, de que somos seres de costumbre, dependientes de la “estabilidad” y que por lo tanto nos aterroriza el cambio… y en efecto, es cierto. Sin embargo, nos hemos puesto a pensar cuánto perdemos en esta vida por esta constante evitación…?

Somos conscientes de que cuando elegimos “no movernos” porque nos da miedo el fracaso, aceptamos al mismo tiempo sentirnos fracasados? Al quitarnos la oportunidad de descubrir quiénes somos realmente, de explorar nuevas posibilidades de acción, de sumergirnos en la búsqueda de nuestras potencialidades, de atravesar por situaciones que nos fortalezcan la voluntad y la autoestima, nos limitamos a no saber qué queremos hacer realmente con nuestra vida y a no descubrir “aquello” para lo cual hemos sido creados.
 Te has puesto a pensar cuántos recursos dejas de lado, tantas zonas sin explorar de ti mismo, tantas oportunidades de crecimiento, de superación personal, de conocimiento, por el simple hecho de tener miedo a lo desconocido o por tener miedo al riesgo?

Si tenemos sueños, también tenemos miedos porque el cumplimiento de nuestros sueños puede traer consigo retos, pérdidas, aventuras, riesgos…y un futuro incierto. Sin embargo, si no actuamos, si preferimos quedarnos donde estamos, en nuestro estado mental de costumbre, donde nada enriquece pero se vive en una “aparente estabilidad” podemos llegar a sentirnos realmente fracasados, envejecidos prematuramente y esto efectivamente trae consigo; retos, perdidas, riesgos y desde luego un futuro incierto…

¿Qué prefieres? ¿Qué decides?

Tus elecciones determinan tu vida y todos los días tomas millones de ellas. Seamos conscientes de que si basamos nuestras decisiones sobre la base de nuestros miedos e inseguridades tendremos un camino restringido, y serán estos miedos e inseguridades quienes determinen nuestra vida diaria y obviamente quienes se proyecten en nuestro futuro.

Si eso es lo que decidimos, debemos hacernos responsables de esa elección, aceptando sus consecuencias y no pasar nuestra existencia quejándonos de todo lo que no nos gusta, porque si escogemos esa opción dejamos de lado el resto de oportunidades para mejorar nuestra calidad de vida y la de los que nos rodean, asumiendo entonces esa otra forma de “fracaso”.

¿Y qué es el fracaso? ¿Qué es para ti una persona fracasada? Más allá de declarar una verdad absoluta, estos conceptos están teñidos de una gran carga subjetiva que infiere nuestras experiencias; tanto personales como las que hemos aprendido a través de la observación vicaria y que nos han impactado a nivel emocional. La definición que le demos a estos conceptos tendrá mucho que ver con las creencias que tenemos sobre la vida, en gran parte heredadas y que hemos ido confirmando a lo largo de nuestro crecimiento como personas adultas.

Lo realmente importante es saber si estas creencias son en sí limitantes para nosotros,  si la respuesta es positiva, encontremos la motivación para cambiar estos patrones restrictivos que nos hacen daño por otros que nos estimulen y nos ayuden a prosperar.

La responsabilidad de nuestra vida es solo nuestra, nadie la vivirá por nosotros, nadie alcanzará nuestros sueños ni nos salvará de nuestras frustraciones, al final terminaremos dándonos cuenta de que somos nuestra mejor compañía, nuestro mejor impulso o nuestra mayor limitación, todo depende de nuestra elección.
¡La evitación del fracaso, nos conduce, más tarde o más temprano, a la aceptación ineludible de sentirnos fracasados! Al fin y al cabo, lamentablemente terminamos atrayendo a nuestra vida aquello que más tememos, al menos de que nos demos cuenta y queramos hacer algo distinto. Todo es cuestión de QUERER y dar el primer paso.


jueves, 12 de diciembre de 2013

Miedo al miedo…TERROR!

Todo va bien hasta que…dejamos de ser “los mismos de antes”…dejamos de actuar igual, sentimos que perdemos el brillo, la “chispa”, “EL CONTROL”… “algo” o “alguien” nos han arrebatado nuestro ser. Es muy probable que ante este estado nos invada la angustia, la confusión, el desconocimiento y nos dejemos abatir por el MIEDO y por el miedo al miedo, que es aún peor…

El miedo es una de las emociones más temidas por todos, desde niños sabemos lo que es la extrema vulnerabilidad que nos impulsa a querer estar bajo el abrigo de nuestros padres o cualquier otra figura de apoyo en búsqueda de refugio. Y aunque la vida continúe y nos hagamos mayores, esta emoción primaria continúa presente ante cualquier situación que se nos presente de forma inesperada, violenta o que reconozcamos como peligrosa; pudiendo ser real o producto de nuestra imaginación.

Sirve de ayuda entender que no existe tal denominación de: “emociones negativas” o “emociones positivas”, como solemos llamarles en la actualidad. En realidad todas son respuestas conductuales que nos permiten adaptarnos y muchas veces SOBREVIVIR a nuestro entorno, sea éste físico o mental.  

La máxima expresión del miedo es el TERROR y cuando nos vemos ahogados por esta emoción, la respuesta natural es la PARÁLISIS, el bloqueo. Esto es el producto de reconocerme tan carente de recursos para enfrentar “esta o aquella” situación que mejor es quedarme sin mover un dedo, porque actuar significaría perder (la vida, la integridad, el status, la pareja…etc)

 A veces ocurre que vivimos unos cuantos años creyendo que nos conocemos, que sabemos cómo actuamos y de repente comenzamos a reaccionar de forma totalmente opuesta. Si éramos activos; nos invade la apatía, si nos pensábamos fuertes; ahora todo nos derrumba (o algunas situaciones en concreto), si creíamos que manejábamos cualquier circunstancia y todo lo teníamos bajo control; ahora nos quedamos bloqueados sin saber por dónde comenzar, o también puede ocurrirnos que de sentirnos totalmente seguros; ahora nos vemos dudando de todo, pensando mal de los demás y con una gran sensación de minusvalía…

Las situaciones más oscuras de nuestra vida nos ofrecen las mayores posibilidades de crecimiento y conocimiento personal. Todas estas reacciones que vivimos como desconocidas y que nos tambalean, no son sino manifestaciones de nosotros mismos explorando otros polos de nuestra personalidad (hasta el momento negados) pero que según la situación que estemos viviendo, saltan a la luz.

La primera reacción a tener en cuenta es ACEPTAR que estoy viviendo una situación ambigua, desconocida y asimilar todas las emociones que surjan, dejarlas cumplir su ciclo. No olvidemos que el principal objetivo de las emociones siempre es adaptativo, generalmente buscan protegernos. El segundo paso es RESPETAR que estoy pasando por un proceso diferente. Mirarme con respeto significa mirarme con amor y esto implica admitir que no soy perfecto y que necesito aceptarme y amarme con mis luces y mis sombras.

El tercer paso sería DARME CUENTA de cuál ha sido la creencia limitadora que me ha llevado a sentirme así. Siempre que exploramos alguna polaridad oculta y desagradable hay de fondo alguna opinión acerca de mi mismo que me limita (“no soy capaz, no soy merecedora de amor, no soy lo realmente buena, no merezco la felicidad”…) y una vez identificada, el último paso sería TRANSFORMARLA en una opinión constructiva, alguna nueva creencia que me impulse a cambiar mi visión de mi mismo hacia una mirada más integral.


 El miedo al miedo es solo una resistencia a darnos cuenta de nuestros vacíos. Cuando llenamos estos vacíos con aceptación, dejamos de sentir miedo para sentir respeto y amor y al reconocerme con mis fortalezas y mis debilidades, me hago un ser más completo y seguro!

domingo, 14 de julio de 2013

La quimera de la estabilidad...



La estabilidad, esa en la que invertimos tantos minutos de nuestro tiempo anhelando y suspirando… no es más que una construcción social, una invención tentadora con la que nos dejamos seducir cada vez que damos rienda suelta a la imaginación. 

Esta actividad mental se convierte en una rutina peligrosa, al fin y al cabo,  se trata de una “invención” y no existe sino en nuestro imaginario (individual y colectivo) ¿Somos conscientes entonces del riesgo al cual sometemos nuestra integridad emocional una vez que hacemos depender nuestra felicidad de un estado aparentemente inalcanzable?

Es posible que el concepto de estabilidad que manejamos en la cotidianidad provenga de comparar nuestro estado presente con un recuerdo o memoria anterior, probablemente de nuestros antepasados quienes vivían de forma muy distinta a la nuestra, con una percepción del tiempo que no llegaremos a conocer en la actualidad. 

Si la estabilidad refiere a un estado “estacionario, invariable en el tiempo” ¿Qué sentido tiene entonces este término en nuestros días, en un mundo en el que lo más “estable” son los cambios…?
Estamos siendo continuamente entrenados en una incómoda dualidad; por un lado tenemos este ideal de la estabilidad (de pareja, económico, social) transmitido generacionalmente y reforzado continuamente a través de los medios de comunicación y por otro, un aprendizaje crudo y real que vivimos diariamente a través de los pequeños y/o grandes golpes que nos da vida. 

Este aprendizaje no es otro que el de la tolerancia a la frustración en el que descubrimos una y otra vez, que esa fantasía no es factible tal y como no las planteamos y que por lo tanto, la constante proyección a una idea que no se adapta a nuestra realidad, nos causa mucho sufrimiento, además del agotamiento extremo por nunca llegar a la meta deseada.

Gracias a esta disonancia podríamos llegar a pensar erróneamente que no somos dignos de disfrutar de ese sueño, dando por sentado que solo “algunos más capaces” (a quienes tenemos idealizados) tienen ese privilegio.

¡Qué difícil se nos hace entender que el único momento que tiene sentido y realidad en nuestras vidas es el AHORA!… es el único sorbo de estabilidad al cual podemos aspirar cada día. 

La estabilidad termina siendo la consecuencia de la tranquilidad que nos generen nuestros pensamientos diarios, la confianza que tengamos en las decisiones que tomemos. Por lo tanto, si constantemente te proyectas a un futuro irreal, siempre tendrás la sensación de inestabilidad y desconfort, en cambio, si vives tu presente disfrutando y dejándote sorprender por los detalles de cada día, adquiriendo la seguridad necesaria al enfrentarte a cada situación difícil sin huir de ella, la sensación de estabilidad cobrará sentido para ti.

Creo que, como proyecto de salud personal, debemos recrearnos este concepto, adaptándolo a lo que realmente tiene sentido para nosotros (no al contrario) La vida hay que vivirla con la marca original de nuestros propios criterios, no siguiendo o pretendiendo seguir los de otros, incluso los de otras épocas.