miércoles, 2 de marzo de 2011

Buscamos lo que queremos o nos obsesionamos con el resultado.

Cómo saber si realmente el objetivo por el que luchamos y aún no alcanzamos, es realmente nuestro camino.

Te has preguntado alguna vez si realmente quieres lo que buscas, o mejor dicho, si sabes realmente qué es lo que quieres?  Y si es así, por qué no lo has conseguido?  Y si resulta que nuestro caminar debería estar orientado hacia otra dirección? Realmente queremos llegar hasta ahí? Es un sueño real o se ha convertido en una obsesión?

Algunas veces la vida se nos torna una lucha constante, una “historia sin fin” en donde a pesar de que los personajes cambian y los decorados son otros, la trama sigue siendo la misma y por lo tanto, el resultado también. Y si resultase que, sin saberlo, somos nosotros mismos quienes nos impedimos alcanzar aquello que queremos?...


Es posible que inconscientemente nos hagamos más difícil el caminar y nos podemos dar cuenta de este sabotaje interno, cuando nos sentimos confundidos, cuando nuestra mente va por un lado y las sensaciones de nuestro cuerpo van por otro. 

Párate un momento a reflexionar en cómo te sientes al pensar en esa meta o sueño tan anhelado? Esta pregunta tal vez te oriente a tus sensaciones, a saber reconocer qué pensamientos te surgen e inmediatamente identificar cuáles son las sensaciones que producen estos pensamientos en tu cuerpo.

Creemos que dándole vueltas al asunto, podremos encontrar una respuesta acertada a nuestras verdaderas necesidades. En oportunidades felices, si, las encontramos, pero en otras, lo que logramos es quedarnos aún más confundidos que antes. Lo más importante es que esta confusión interna, nos va alejando de aquello que realmente nos gustaría y que quizás no tenemos muy claro, sumergiéndonos en un estado de melancolía.

Nuestro cuerpo sí que no miente. En ocasiones, cuando no hay más que runruneo mental, es más sano acudir al cuerpo, volver a nuestras emociones, en ellas encontraremos la verdad, nuestra verdad. 

La vida está llena de preguntas, interrogantes como éstas, que en un momento dado de nuestro camino se hacen figura para llevarnos a encontrar un estado de mayor armonía.
Si no hemos alcanzado aquello que nos hemos propuesto, quizás pueda deberse a alguna de estas razones:

  •  Circunstancias externas que nos han impedido conseguir nuestro objetivo momentáneamente. Podríamos citar miles, desde las más delicadas como enfermedades o duelos, hasta las más hermosas como el nacimiento de un hijo, pasando por catástrofes naturales, políticas y económicas. Todas ellas, sean de la naturaleza que sean, de alguna manera y en ciertos momentos se imponen como prioridad, postergando nuestro sueño hasta otro momento en donde podamos darle cabida y realizarlo (si es que no se transforma en otro)

  • No sabemos realmente lo que queremos. Esto es muy frecuente, estamos tan confundidos entre lo que quieren los demás para nosotros que hemos perdido el norte de nuestras propias necesidades. Demasiados mensajes internos que hemos asumido como nuestros cuando no lo son. Todos tenemos muchas virtudes, dones únicos que nos hacen especiales, que nos permitirían triunfar en aquello que nos propongamos, solo tenemos que darnos la oportunidad de descubrirlos, permitirnos experimentar (experimentarnos) en aquello en lo que somos buenos y nos gusta. Esta es la única manera de fluir, crecer y escalar montañas, superar obstáculos con una sonrisa en la boca, atreviéndonos a ser: NOSOTROS MISMOS.

  • Y la otra opción que podría ser, es que aquello por lo que estamos luchando, no es realmente lo que queremos. Nos hacemos a la idea de que “este” es nuestro objetivo (esta pareja, este trabajo, esta profesión…) porque quizás en algún momento de nuestras vidas lo fue, o nos llamó la atención que fuera…pero la vida ha dado muchas vueltas y no somos los mismos. Es curioso pensar qué rápido pasan los días, cómo cambia todo y qué difícil es hacernos cambiar de parecer en ciertas cosas. Nuestra percepción del tiempo es muchas veces muy poco proporcional con la realidad.

Es aquí cuando me pregunto, te pregunto, si eso para lo cual luchas, esto que te trae muchas veces de cabeza, confundido, es realmente tú objetivo o se ha convertido en una obsesión. 

Si aún lo conservas, pregúntate para qué? Para qué sigues manteniendo esta idea, para qué te serviría hoy alcanzar este sueño. Qué quieres conseguir hoy con esto? Intenta comenzar de cero, a veces detenernos en el tiempo, mirar a nuestro alrededor, ver a otros, a nosotros con estos otros, nos ayuda a tener una visión más amplia de nuestro ahora y darnos cuenta de que quizás este sueño se ha transformado con el tiempo.

Te invito a que realices este ejercicio: Mírate hace un tiempo, cuando originariamente surgió este deseo. Qué hacías? Cómo era tu allá y entonces? Para qué te servía formular esta meta?  Luego que hagas un repaso de todo este tiempo, de todo lo que ha pasado desde entonces, mírate ahora y hazte la misma pregunta, para qué me sirve mantener este objetivo? plantéate de nuevo cómo lo harías hoy. Quizás haya que hacer alguna modificación a este sueño. Permítete ayudarte  y una vez que hayas redefinido tu misión, vuelve al cuerpo y pregúntate, cómo te siente con este cambio. 

La vida es muy compleja pero a la vez muy simple. El punto es que puede ser que aquello que pensamos que es lo que queremos, porque creemos que es lo mejor, en realidad no lo sea y esto nos confunde y por lo tanto las cosas no salen como las planeamos. Ante esto, si no discriminamos, este sueño se convierte en una obsesión y orientamos en vano todas nuestras fuerzas internas y externas para lograrlo.

Como consecuencia, puede haber luchas internas, desesperanzas, frustraciones y sensaciones de infelicidad. Por eso, “hoy” siempre es  buen momento para volver a uno mismo y cambiar. Siempre “hoy”, será el mejor momento para encontrarnos de nuevo.