jueves, 20 de febrero de 2014

El miedo al fracaso nos conduce a sentirnos fracasados.


Mucho se habla de la zona de confort, de que somos seres de costumbre, dependientes de la “estabilidad” y que por lo tanto nos aterroriza el cambio… y en efecto, es cierto. Sin embargo, nos hemos puesto a pensar cuánto perdemos en esta vida por esta constante evitación…?

Somos conscientes de que cuando elegimos “no movernos” porque nos da miedo el fracaso, aceptamos al mismo tiempo sentirnos fracasados? Al quitarnos la oportunidad de descubrir quiénes somos realmente, de explorar nuevas posibilidades de acción, de sumergirnos en la búsqueda de nuestras potencialidades, de atravesar por situaciones que nos fortalezcan la voluntad y la autoestima, nos limitamos a no saber qué queremos hacer realmente con nuestra vida y a no descubrir “aquello” para lo cual hemos sido creados.
 Te has puesto a pensar cuántos recursos dejas de lado, tantas zonas sin explorar de ti mismo, tantas oportunidades de crecimiento, de superación personal, de conocimiento, por el simple hecho de tener miedo a lo desconocido o por tener miedo al riesgo?

Si tenemos sueños, también tenemos miedos porque el cumplimiento de nuestros sueños puede traer consigo retos, pérdidas, aventuras, riesgos…y un futuro incierto. Sin embargo, si no actuamos, si preferimos quedarnos donde estamos, en nuestro estado mental de costumbre, donde nada enriquece pero se vive en una “aparente estabilidad” podemos llegar a sentirnos realmente fracasados, envejecidos prematuramente y esto efectivamente trae consigo; retos, perdidas, riesgos y desde luego un futuro incierto…

¿Qué prefieres? ¿Qué decides?

Tus elecciones determinan tu vida y todos los días tomas millones de ellas. Seamos conscientes de que si basamos nuestras decisiones sobre la base de nuestros miedos e inseguridades tendremos un camino restringido, y serán estos miedos e inseguridades quienes determinen nuestra vida diaria y obviamente quienes se proyecten en nuestro futuro.

Si eso es lo que decidimos, debemos hacernos responsables de esa elección, aceptando sus consecuencias y no pasar nuestra existencia quejándonos de todo lo que no nos gusta, porque si escogemos esa opción dejamos de lado el resto de oportunidades para mejorar nuestra calidad de vida y la de los que nos rodean, asumiendo entonces esa otra forma de “fracaso”.

¿Y qué es el fracaso? ¿Qué es para ti una persona fracasada? Más allá de declarar una verdad absoluta, estos conceptos están teñidos de una gran carga subjetiva que infiere nuestras experiencias; tanto personales como las que hemos aprendido a través de la observación vicaria y que nos han impactado a nivel emocional. La definición que le demos a estos conceptos tendrá mucho que ver con las creencias que tenemos sobre la vida, en gran parte heredadas y que hemos ido confirmando a lo largo de nuestro crecimiento como personas adultas.

Lo realmente importante es saber si estas creencias son en sí limitantes para nosotros,  si la respuesta es positiva, encontremos la motivación para cambiar estos patrones restrictivos que nos hacen daño por otros que nos estimulen y nos ayuden a prosperar.

La responsabilidad de nuestra vida es solo nuestra, nadie la vivirá por nosotros, nadie alcanzará nuestros sueños ni nos salvará de nuestras frustraciones, al final terminaremos dándonos cuenta de que somos nuestra mejor compañía, nuestro mejor impulso o nuestra mayor limitación, todo depende de nuestra elección.
¡La evitación del fracaso, nos conduce, más tarde o más temprano, a la aceptación ineludible de sentirnos fracasados! Al fin y al cabo, lamentablemente terminamos atrayendo a nuestra vida aquello que más tememos, al menos de que nos demos cuenta y queramos hacer algo distinto. Todo es cuestión de QUERER y dar el primer paso.