sábado, 21 de marzo de 2020

Crisis COVID-19

Tiempo para conectar...

Ninguna sociedad está preparada psicológicamente para afrontar desastres y desgastes como el actual...básicamente porque nos gusta acomodarnos. Al ser humano "todo le toma tiempo", tiempo del que no disponemos precisamente en un momento de histeria colectiva...No existe tiempo material para apresurar el proceso normal de una crisis.

Al ser humano lo inestabiliza TODO; el cambio, lo desconocido, lo incierto, lo nuevo, lo viejo....Estamos con miedo continuamente y al mismo tiempo negamos sentirlo. Vivimos la vida intentando no vivirla, anhelando desesperadamente disfrutar de las cosas y al mismo tiempo evitando darnos cuenta de lo que significa realmente "disfrutar".

Nos atiborramos de planes, de cosas materiales, de metas, actividades y lo que logramos es tropezarnos con una vida repleta de excesos en ansiedades y vacíos, en un ir y venir excesivo que lo único que nos aporta es una gran sensación de falta....principalemnte de aire, de propósito... Este exceso desmedido nos conduce también al exceso en su opuesto: LA CARENCIA.

Así transitamos las calles repletos de ansiedades en sus distintas variaciones...así nos convertimos en una sociedad con personas afectadas en su personalidad...en su esencia...con el sufrimiento que implica sentirnos "seres sin sentido".

Y de vez en cuando, de forma cíclica, entramos en caos (el mundo, el país, la ciudad, la familia, la pareja, la persona) y todo cambia de rumbo y ya no hay más excusas: ahora nos toca parar, mirarnos al espejo, toparnos frente al otro...un "otro" desconocido, básicamente por no querer verlo a diario, por el constante huir...Y a pesar del sufrimiento real que existe en nuestras calles y casas, es definitivamente un tiempo de gran provecho...Un tiempo ideal para sanar heridas propias, heridas interpersonales, heridas incluso sociales y en definitiva: HUMANAS.

Es un tiempo para reconectar con "eso" que siempre me ha dado miedo y de lo cual huyo constantemente: "conmigo mismo"...porque ahora no tengo para donde huir...ahora no tengo permiso para escaparme ni evadirme de lo que siento y entonces eso tan desagradable de "hacerme cargo de mí" toma sentido y se convierte en una obligación.

Es un tiempo de compartir con el que tengo al lado; con mi pareja, con mis hijos, con mis hermanos, mis padres...unos completos desconocidos en los cuales proyecto "todas mis inseguridades y frustraciones"...esos que pagan el precio de mis propias insatisfacciones...aquellos de los cuales tanto necesito pero que no soy capaz de reconocer. A esos a los que tengo tanto que agradecer, perdonar, pedir perdón, ...aprender a amar... pero que no me he dado el permiso porque el egoísmo y la soledad son los que han protagonizado mi vida (aunque las solicitudes de amistad y los seguidores sean una medalla a colgar).

Vivimos solos en medio de tanta hipocrecía social, tanta apariencia que nos ha transformado en un mundo roto que hoy grita porque está enfermo y que necesita de este tiempo para poder sanar.
 
Qué bueno que es el caos, qué bien nos hace tener que abrir los ojos y MIRAR...ser conscientes, frenar...no tener más opciones sino VOLVER: a sentir, a actuar, a interactuar, a VIVIR pero con un sentido real desde el verdadero SER, desde la compasión, la solidaridad, el respeto, EL AMOR.

La vida nos da y nos quita sin pedirnos permiso, básicamente porque no es nuestra, es prestada...el aceptarlo disminuye el sufrimiento y aumenta la sensación de pertenencia. Conecta y contacta....aprovecha esta oportunidad.