Hoy quisiera compartir una impresión de la que me encuentro cada vez más convencida. Normalmente, orientamos la mirada hacia los acontecimientos negativos que nos ocurren, a lo que aún no hemos alcanzado, a nuestras carencias personales, familiares, profesionales, emocionales…por si fuera poco, continuamente nos comparamos con el otro, con lo que tiene, con su manera de ser, con lo fácil que se le dan las cosas…
Cómo no sentirnos desanimados y desesperanzados con esta forma de ver la vida?
Hay quienes consideran que esto se debe al estilo de educación que hemos recibido, a la cultura en la que vivimos, a las continuas experiencias negativas que “desgraciadamente” nos ha tocado vivir…y si, es cierto que todas estas cosas pueden afectarnos, sin embargo, los únicos protagonistas de nuestra vida somos nosotros mismos y esto nos da poder de decidir cómo queremos vivirla, de qué manera queremos que nos afecten las cosas, cómo podemos hacer para enfrentar las situaciones desagradables de forma que salgamos fortalecidos y enriquecidos…
La mayor aspiración del ser humano es SER FELIZ y esta ilusión se basa en una DECISIÓN Y UN COMPROMISO PERSONAL al cual no se llega sino con un trabajo diario. No se trata de algo que obtendremos al final del camino, ni de algo que lograremos una vez consigamos ciertas cosas (dinero, pareja, el mejor trabajo, hijos…) no es algo que se posterga por la consecución de ciertos logros u objetivos, es más bien la consecuencia de un cambio de percepción y aceptación de nuestra realidad.
Es aquello para lo que estamos hechos, para lo que hemos venido a este mundo. No es una quimera, sino una realidad que se consigue con un cambio de consciencia y con gratitud.
Sabemos que ver la vida a través del vaso medio lleno no siempre es fácil, no siempre es posible, PERO ES UNA DECISIÓN. El empoderarnos y responsabilizarnos por nuestra realidad nos permite crecer a nivel personal, nos hace sentirnos seres activos ante nuestra propia existencia, más capaces de buscar aquello que nos hace bien, permitiéndonos ir más en sintonía con lo que necesitamos, confiando mucho más, no solo en nosotros sino en el proceso de la vida.
Cada día es una nueva oportunidad de darnos cuenta de qué podríamos cambiar para sentirnos mejor. En nosotros está el poder de decidir sentirnos víctimas de situaciones que se escapan de nuestro control, o más bien centrarnos en aquello que si podemos mejorar, cambiar, fortalecer y agradecer.
Se trata de un cambio de percepción, un cambio de gafas que nos ayude a mirar el mundo y nuestra existencia en éste de una forma más agradable y más inspiradora. Nunca es tarde para comenzar de nuevo.
Es el camino que recorres y no el final del mismo el cual te dará alegrías y satisfacciones...Por qué no decidir ser feliz mientras lo transitas?
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