Hoy
hablaremos de EL AMOR... el amor propio; como sustancia, esencia y motor que
impulsa cualquier deseo, cualquier motivo consciente o no, en nuestra vida.
De
todas las especies, el ser humanos al nacer, es el único que necesita muchísimo
tiempo de maduración hasta conseguir su independencia...Nacemos siendo
totalmente dependientes del amor y los cuidados de nuestra madre o cuidador
(es).
Durante
este largo período de tiempo en el que "somos a través de un otro que nos
cuida" aprendemos, entre muchas cosas a diferenciarnos, a formar parte de
un todo por medio de lazos afectivos que luego llamaremos APEGO. Esta necesidad primaria de afecto será
tan determinante en nuestras vidas, que influirá en la manera cómo establezcamos
lazos afectivos de proximidad y contacto con nuestro entorno más adelante.
Una
buena relación con las figuras de apego nos garantiza la deseada seguridad
personal y por tanto, la percepción de una alta autoestima. Sin embargo, no siempre fueron satisfechas nuestras necesidades, la fragilidad y
dependencia de un niño le hacen muy vulnerable ante la falta de atención, los abusos, los
juicios (...) pudiendo desencadenarle sentimientos de inadecuación, rechazo, vergüenza,
culpa...
Todas
estas carencias de no ser trabajadas nos acompañarán a lo largo de nuestra vida,
saboteando nuestro aprecio personal, nuestras relaciones con los
demás, en fin, nuestra felicidad. La clave para sanar estas heridas se
encuentra dentro de nosotros mismos, no en el afuera como solemos creer. Si intentamos
acudir al entorno para demandar estas necesidades, pronto nos daremos cuenta de
que el esfuerzo ha sido en vano y muy probablemente sentiremos gran frustración,
confusión y angustia.
Necesitamos
entonces poder encontrarnos nuevamente con aquel niño o niña que de alguna
manera fue herida y con inmenso amor y gran cuidado proveerle de todo
aquello que no recibió en aquel entonces. Este proceso requiere de un tiempo para
madurar ciertas emociones, no solo para entender "respetando" a las
figuras de apego "sin juzgarlas", sino también para entendernos y de
ese modo respetar nuestro proceso. Se trata del cuidado de nosotros mismos en
nuestra fase más frágil y vulnerable.
Una vez
que hayamos atravesado por este camino, nos hayamos reencontrado con nuestro
ser más dependiente y le hayamos entregado nuestra admiración, respeto y
compasión, inmediatamente la percepción de nuestra vida en relación con nosotros
y con los demás, cambiará por completo.
Al
llenar nuestro tanque interior con nuestro AMOR, no necesitaremos pedirlo,
exigirlo y mucho menos tendremos que engañar o intentar ser otros para
conseguirlo. Será más fácil SER QUIENES SOMOS pues estaremos a gusto y
satisfechos por lo que sentimos, hacemos y pensamos. No habrá comparación sino
la plena aceptación de NUESTRO SER y por tanto una mayor LIBERTAD DE AMAR. De esta forma nuestras
relaciones con el entorno no serán guiadas por esa dependencia, sino desde
la independencia de nuestro interior y por lo tanto, serán más efectivas y
satisfactorias.
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